I Ciclo de Cine de época e histórico español
El mensaje misionero en situaciones difíciles: La Mies es mucha, pero los obreros pocos
Antonio Torres Irala
Siguiendo
con las proyecciones que con motivo del Ciclo de Cine de época e
histórico español que organiza la Revista Cultura XXI en la Sala
Santorvm de Quintanar de la Orden, se proyectó este sábado la película
"La mies es mucha" (José Luis Sáez de Heredia, 1948), protagonizada por
Fernando Fernán Gómez (Padre Santiago), Julia Caba Alba (Teresa), Rafael
Bardem (Reverendo Carty), Antonio Amorós (Mauro), Enrique Guitart
(Sander), Alberto Romea (Padre Daniel), Rafael Romero Marchent (Modu),
Fernando Sancho (Clarenberg) y Sara Montiel (Guyerati). Los
co-guionistas son José Rodulfo Boeta y Vicente Escrivá, y la música
corrió a cargo de Manuel Parada. Fue rodada en Málaga bajo el patrocinio
y colaboración en los guiones del Obispo Angel Herreria Oria.
Durante
la década de los 40 y 50 en España, para sobrellevar las durísimas
condiciones de vida de la posguerra, se filmaron películas de escaso
presupuesto y con unos guiones que ensalzaban el nacional catolicismo
imperante, mostrando vidas abnegables y de sacrificio ante Dios, nuestro
Señor, para dar ejemplo y aleccionar a las masas, como la vida de un
Misionero y con la finalidad de ayudar a cristianizar a un público que
se sentía atraído por estos dramas.
Miguel
Angel Barroso y Fernando Gil en su libro "Cine Español en Cien
Películas" subrayan que "la historia del Cine Español es parte
integrante de la historia del Siglo XX y no un simple 'adorno cultural'.
Nos situamos en un país como España con una difícil situación
económica, cartillas de racionamiento, un país por construir, etc. No es
enrevesado pensar que la consigna en el cine era la de tener un
concepto único de País, religioso y moralmente. Bien se sabe que cuando
lo material es escaso apoyarnos en lo moral nos ayuda a superarnos más
día a día y a realizarnos como personas.
A
esto hay que añadir que el título de la película es la primera parte de
una frase que dijo El Mesías y que tanto Mateo como Lucas lo reflejan
en sus Evangelios: "La mies es mucha, pero los obreros pocos".
Cuando
en 1949 se estrenó la película en el espléndido "Cinema Goya" (antiguo
Teatro Goya) de Madrid, se presentaba de ésta forma: "La película que
todos esperábamos: «La mies es mucha»; "La exaltación de la Cruz en
tierras extrañas y misteriosas"; "«La mies es mucha» es un cántico a la
Misión Católica de España"; “«La mies es mucha» es una película que se
dirige al corazón de los hombres"; "Más heroísmo que en la guerra, mayor
sacrificio que la muerte";
En
cuanto al argumento de la película, se observa que José Luis Sáenz de
Heredia y Monseñor Angel Herrera Oria, dotan al Padre Santiago de un
rigor y poseedor de un catolicismo extremo, lo cual es propio de una Fe
vinculada a la Misericordia y a la Justicia moral, labor de un Misionero
ignorante de prejuicios sociales.
Es
un cine que está desprovisto de grandilocuencias escénicas debido a que
se busca de modo infatigable la Humildad, la Verdad y la Sed de Servir
del personaje, no sólo en su imagen sino, también, en el interior de la
interpretación, pura y sencilla, despojada de artificios y técnica.
El
Padre Santiago, un joven Sacerdote Misionero, llega a Kattinga (la
India) donde le espera el Padre Daniel para instruirle en el poblado de
indígenas al cual ha sido destinado; posee una vida espiritual fuerte,
que llega con fuerza al espectador. El Sacerdote se propone dar lo mejor
de sí aunque se encuentra afectado constantemente con la falta de
medios para desarrollar su tarea. Así, el primer contratiempo que le
sobreviene es la rápida muerte del Padre Daniel.
Y
la primera decisión importante que toma es la de liberar de la
esclavitud a los nativos que Sander, el traficante de turno, tiene bajo
condiciones extremas de inhumanidad, comprometiéndose a la entrega de un
dinero, del que no dispone, llegado su vencimiento. A estas
dificultades hay que añadir la llegada del adinerado Reverendo Carty al
poblado hindú, irrumpe en medio de los nativos atrayéndoselos con una
vistosa maestría. Como se ve todo pinta bastante negro; sólo el haber
liberado de la esclavitud a algunos indígenas es el único logro visible
para su Ministerio Pastoral. Este pírrico balance allana el camino al
Reverendo Carty para nutrirse de seguidores.
El
juicio de la "feligresía" dándole la espalda y una soledad enorme,
únicamente acompañado de su fiel Modu y de su madre Teresa, pesan sobre
las frágiles espaldas de nuestro joven Cura. A medida que avanza la
trama, va surgiendo, como en una habitación oscura que deja penetrar por
una rendija un solo rayo de luz y este se vuelve tan potente, tanto más
cuanto más oscura es la noche, un revelador haz de esperanza que se
levanta con fuerza ante la certeza de que Dios obra en medio de nuestras
flaquezas.
Sin
hundirse ni doblegarse ante las adversidades, su tarea la ve
recompensada con la intención de Fe de Modu queriendo ser Sacerdote, las
dudas de Mauro al alejarse del catolicismo para no perder a su amada
optando al final por seguir al Padre Santiago incondicionalmente y el
regreso de toda su "feligresía".
El
vencimiento de la deuda contraída con el estafador Sander es el día de
Nochebuena, al ir a pagársela se le encuentra malherido al recibir un
disparo de los integrantes de su propia banda; la Fe, la Misericordia y
la labor del propio Sacerdote a base de perdón y olvido inundan el
corazón de Sander en el último hálito de su vida y devuelve el dinero a
nuestro Cura para los más necesitados.
Pero
este logro pronto se verá ensombrecido por la aparición de la peste en
el poblado. Es hora de aunar esfuerzos, el Reverendo y el Padre, que
ambos siguen a Dios por caminos diferentes, deciden hacer un frente
común a la peste. El Reverendo pierde la vida al ir a buscar ayuda
médica. El Padre Santiago, sin descanso ni apenas medios, se entrega a
la dedicación de los enfermos que van en aumento, las pocas vacunas que
tiene las emplea en parar la peste, pero desgraciadamente él termina
afectado.
Los
días de nuestro héroe se van consumiendo como una lámpara cuya mecha
termina de beber la última gota que le queda. Dios, como testigo del
joven Cura que muere lejos de los suyos, lejos de su país natal, lejos
de su bienestar familiar, pero acompañado de todo su poblado como
gratitud por su entrega, escucha al Padre Santiago que le agradece por
haberle concedido lo que más deseaba: estar al lado de los que le
necesitaban. El nativo Modu ve realizada su vocación de ser Sacerdote y,
ser así, el sucesor del Padre Santiago Hernández.»
Pero,
¿merece la pena ver esta película al día de hoy?. Sería muy penoso e
improductivo quedarse en lo superficial del film y no ahondar en él; la
mejor manera de hacerlo es descubrir su sentido espiritual. Sólo la
teología espiritual y la hagiografía de la vida mística pueden
mostrarnos algunas realidades, sin las cuales podemos pasar de largo
para lograr entenderla.
Este
joven Sacerdote, representante de todos los Misioneros, atraviesa por
una etapa de vida mística previa a la unión con Dios. Su deseo es
enorme, él sólo quiere darse como buen discípulo del Señor, y está
dispuesto a darlo todo por amor al Ministerio. El ha dicho en su
corazón: "Señor, te entrego toda mi vida, haz de mí lo que quieras".
Dios escucha su oración y le acerca vertiginosamente a El porque sus
días sobre esta tierra llegan a su ocaso.
Desde
una vertiente espiritual este film nos llena plenamente y nos servirá
para “ser de alma sencilla y limpia, más humildes y caritativos, servir a
los demás, en definitiva ser apóstoles de la Fe, Misioneros en algún
país lejano o en nuestro mismo barrio; como el Padre Santiago, ser
ejemplo de las enseñanzas de Cristo y tener las puertas más abiertas
para la vida que nos espera que será infinitamente más duradera que la
material de aquí.
Al
menos, en aquellos primeros años recién estrenada "La mies es mucha",
la labor misionera de los religiosos aumentó de forma significativa.
Excelente articulo...¡¡Enhorabuena!!
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